¡Ah eso es lo que temes, Pedro! Seguías a Jesús, te gozabas en su compañía y te deleitabas con sus palabras. Todo eso hacías en las buenas. Pero ahora que vienen las malas, te asustas, temes estar con tu Maestro a quien tanto amas, temes correr la misma suerte que Él.
Pero ¿qué habríamos hecho nosotros en su caso?
Los soldados que habían sido mandados por los líderes religiosos al huerto de Getsemaní trajeron a Jesús al sumo sacerdote y a los otros líderes religiosos. Allí lo acusaron de muchas cosas. Las acusaciones eran falsas y no estaban de acuerdo. Entonces Jesús no contestó a ninguno. Al fin el sumo sacerdote le preguntó, “¿Eres tú el Cristo, el Prometido, el Rey de los judíos?”
Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?». Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?». Con esto, el Procurador romano consideró terminado el interrogatorio. Volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él» (cf. Jn 18,33-38).
El drama de Pilato se oculta tras la pregunta: ¿qué es la verdad?
El pueblo miraba mientras los líderes religiosos se burlaban de Jesús, diciendo, “El pudo salvar a otros; ¡que se salve a sí mismo si de veras es el Prometido de Dios.” Otros se burlaron diciendo, “Él confía en Dios, deja que Dios lo salve si de veras es el Hijo de Dios
Jesús, tu cargaste esa cruz tan pesada sobre tu hombro herido, y sin embargo, el peso de la cruz era mi pecado, así que yo me arrepiento de mis pecados y te ruego que me concedas tu Salvación. Perdóname Señor porque te he fallado al no hacer tu Santa Voluntad
El vestido confieere al hombre una posición social; indica su lugar en la sociedad, le hace ser alguien. Ser desnudado en público significa que Jesús no es nadie, no es más que un marginado, despreciado por todos. El momento de despojarlo nos recuerda también la expulsión del paraíso: ha desaparecido en el hombre el esplendor de Dios y ahora se encuentra en mundo desnudo y al descubierto, y se avergüenza. Jesús asume una vez más la situación del hombre caído. Jesús despojado nos recuerda que todos nosotros hemos perdido la «primera vestidura» y, por tanto, el esplendor de Dios. Al pie de la cruz los soldados echan a suerte sus míseras pertenencias, sus vestidos.
Estaba
junto a
en que pendía su Hijo.
Su alma gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.
¡Oh cuán triste y afligida
estuvo aquella bendita
Madre del Unigénito!.
Languidecía y se dolía
la piadosa Madre que veía
las penas de su excelso Hijo.
¿Qué hombre no lloraría
si a
en tanto suplicio?
¿Quién no se entristecería
a
con su doliente Hijo?
Que bella entrada, sale uno reconfortado, con la anécdota, pero además, con muchas ganas de visitar esos sitios.
ResponderEliminarDimas, que hayas tenido unas Felices Pascuas de Resurrección.
Un abrazo, Martha
Recreando en mi mente cada instante de esos, que Jesús vivió... en nuestro lugar.
ResponderEliminarDoliente, pero convencido de quién era.
Para qué había venido...
Consumó su objetivo.
Amó, hasta el fin!
Qué ejemplo maravilloso!
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Acepto, caballero!
La dama fermosa! :)
Pusiste un link en este blog... al otro, el del viaje???
HAPPY EASTER to you and your family too!!!!!!!!!!
ResponderEliminarLove,
Palita
Que bellas entradas has publicado en mi ausencia y trabajo de misión... ya volví. Bendiciones Capitán.
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