sábado, 14 de marzo de 2020

Las Tentaciones de Cristo en el Desierto (III) Segunda tentación



“Entonces lo tomó consigo el demonio, le llevó a la ciudad santa y le puso sobre el pináculo del templo”. Jesús está en pie en la torre que une el Pórtico Real con el Pórtico de Salomón, y que se eleva a una altura vertiginosa sobre el valle del Cedrón. Allí hay una terraza rodeada de almenas; las muchedumbres hormiguean en los atrios y las plazas circundantes. Magnífica ocasión para un profeta que quiere inaugurar su misión y reclutar adeptos. Y, además, puesto que Jesús confía en Dios, el enemigo, echando mano de dos estratagemas opuestas, le va a proponer un acto que atestigüe esa profunda confianza y que sirva, además, delante de todo el pueblo como una prueba de que él es el Mesías.
Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito está: Dará órdenes a sus ángeles respecto a ti para que te guarden y te reciban en sus manos y no permitan que tropieces contra las piedras.
la confianza se hubiera convertido en vanagloria; pero Jesús no quiere ser un prestidigitador; hará milagros compadecido de los pobres y de los enfermos, jamás por satisfacer la curiosidad movediza de las multitudes.
–También está escrito –contesta–: “No tentarás al Señor tu Dios”.
El juego del tentador es astuto y sutil: buen escriturista, se sirve de la palabra de Dios para apartar a Cristo de Dios, pero como observa irónicamente San Jerónimo, se muestra mediano exegeta, puesto que el Salmo citado por él promete la protección divina al humilde y al virtuoso, no al provocador arrogante. Vencido en un campo, ataca en el campo contrario. Además, propone a Cristo que se manifieste como descendiente del cielo para que el pueblo le salude como el Mesías esperado, aprovechando una tradición popular, que decía: “Cuando se revele el Cristo, vendrá y estará en la techumbre del santuario. Y anunciará a los israelitas y les dirá: Pobres, el tiempo de vuestra libertad ha llegado”. La opinión popular se imaginaba al Cristo revelándose en una de estas espléndidas manifestaciones. Flavio Josefo nos recuerda el caso de un falso profeta que reunió millares de partidarios y los llevó hasta Jerusalén con la promesa de que apenas se presentasen delante del templo, los romanos serían desbaratados por un ejército de ángeles.

Textos de la "Vida de Jesús" de Fray Justo Pérez de Urbel

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