viernes, 9 de enero de 2009

Verdades a medias: El Conflicto Árabe -Israelí

No soy partidario de la violencia, de ningún tipo de violencia, pero tampoco soy una persona ni de tópicos ni de titulares, me atrae la verdad, busco la verdad e intento compartirla dentro de mis limitaciones. En estos últimos días estamos viviendo otro capítulo más del enfrentamiento en Oriente Medio. La identificación de los árabes como palestinos y por lo tanto aquellos a los que pertenece la tierra palestina es errónea. En palabras del prestigioso historiador Pancracio Celdrán Gomáriz (Murcia, 1942) especializado en Historia y Literatura antigua y medieval y que fue profesor en las universidades de Haifa, Hebrea de Jerusalén y Ben Gurion del Néguev en Beer Sheva, todas en Israel y en la Universidad Internacional Libanesa, en Beirut.

“La Palestina histórica, como macrotopónimo, conteníaantiguamente partes de Israel, Egipto, Líbano y Jordania con alguna cuña en Siria. Es término geográfico alusivo a las tierras de los filisteos del siglo XII antes de Cristo, por lo que primeramente se llamó Phillistia, que en el siglo II fue denominada Siria Palestina, funcionando el término como adjetivo alusivo a que era parte de la provincia romana de Siria. No hay mención posterior al siglo III que recoja el topónimo, que se olvidó a lo largo de toda la edad media para no resucitar, interesadamente y como título oficial de naturaleza política cuando los ingleses se hicieron cargo de las tierras que habían pertenecido a Turquía hasta la primera guerra mundial. Palestina fue siempre un término geográfico sin fronteras definidas alusivo a tierras no necesariamente comprometidas a poder concreto alguno.Desde luego, durante casi dos milenios no existió el gentilicio 'palestino' en conexión con personas y mucho menos en relación con los habitantes de Tierra Santa: era como hablar de hititas en relación con loshabitantes de Asia Menor o de Anatolia. Sencillamente, no existía el concepto, carecía de referente”

Tampoco puedo escuchar impasible, como podemos olvidar la agresión que sufrió el pueblo judío en el holocausto con la pasividad de los países de occidente que se negaban a reconocerlo y estamos hablando de cantidades con siete cifras, como tampoco puedo comprender que nadie se ponga a favor de movimientos terroristas como Hizballah y Hamàs, que extorsionan, asesinan y secuestran, acaso nuestras frágiles mentes olvidan el intercambio de 4 terroristas de Hizballah y un asesino libanés por los cuerpos de dos jóvenes reservistas israelíes secuestrados dentro de territorio israelí el 12 de Julio de 2006.Hamàs exige 450 terroristas responsables de mas de mil asesinatos en Israel a cambio de la devolución del joven soldado Guilad Shalit, también secuestrado dentro de Israel pero en la frontera con la Franja de Gaza, el 25 de Junio de 2006 y que a fecha de hoy sigue cautivo.No puedo ni quiero justificar las muertes masivas que se han producido en la franja de Gaza pero tampoco puedo permanecer impasible a las inexactitudes que enaltecen a unos y demonizan a los otros. Realmente la raíz de todo atentado, de toda guerra, de toda exterminación masiva de nonatos, está en la pérdida del sentido moral por parte del hombre. Buscad la verdad y la verdad os hará libres.

``Hay quienes pretenden acumular fuerza política a cuenta de la sangre del pueblo palestino. Nuestro Ejército no tiene el objetivo de ayudar a Hamás a pelear sino de defendernos de gente como usted''.(Palabras de Jossni Mubarak a el secretario de Hizballah Jasan Nasralla)

3 comentarios:

  1. Anónimo1:08 a. m.

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  2. Anónimo1:16 a. m.

    Un análisis que sea serio y pretenda ser apropiado debe de tratar los puntos más sensibles.

    La clave está en no olvidar que es muy distinto contar una noticia a partir de lo que se ve y se escucha en los medios de comunicación que de vivirla y padecerla en el sitio geográfico en el que se desarrolla el conflicto.

    En esa medida, me parece oportuno el razonamiento apuntado por Dimas dado que hay informaciones que se están omitiendo ya sea por desconocimiento o porque entrar en ellas sería dar lugar a debates puntuales que no estarían en la línea política editorial de la propia noticia.

    Interesante y plausible la argumentación y conclusión de Dimas.

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  3. Ni expulsados, ni masacrados, ni segregados. Los palestinos abandonaron o vendieron sus tierras en su mayoría, y nunca tuvieron un Estado propio. Cuando se les ofreció, el Corán (sura 5:51) pudo más que el derecho a la autodeterminación, por lo que decidieron no admitir ningún pacto que legitimase a lo que ellos llaman “la Entidad Sionista”. En señal de solidaridad, los países árabes del entorno los desprecian, salvo cuando conviene que sean mártires de la bestia judía. Sin embargo, muchos de ellos se han integrado en el Estado racista de Israel como ciudadanos de pleno derecho.

    Gaza, por lo demás, es plaza sitiada, y si Palestina ha perdido tierra ha sido a causa de las constantes e insensatas guerras y agresiones promovidas contra su vecino para mayor gloria de Allah. Gran parte de los palestinos adquirieron su condición de refugiados a causa de la guerra declarada a Israel el día siguiente al de su fundación. Si la mantienen es en gran medida por voluntad de esos Estados agresores y suya propia como cuña antisemita de aquéllos.

    Ahora bien, ¿hubo abusos y confiscaciones? Indudablemente, aunque no pueda hablarse de robo sin Estado que garantice la propiedad como derecho derivado de un justo título. La máxima “la propiedad es el robo”, lema de izquierdas por cierto, es hasta cierto punto correcta. Toda propiedad sobre lo no producido o extraído por uno es en primer lugar usurpada, ya que no existe un derecho natural a ser propietario de algo cuya existencia no se deba a nosotros. Sí, en cambio, a ser compensado en caso de desposesión.

    Partamos de la base de que Israel ha desposeído injustamente a algunos palestinos de sus tierras. Si estas tierras le son disputadas a Israel por la fuerza de las armas y vence, las adquiere por derecho de conquista, al no estar integradas previamente en ningún Estado internacionalmente reconocido.

    Y, en fin, tampoco podemos ignorar que los sucesivos gobiernos judíos han hecho concesiones de tierras sin estar a ello obligados, tomándolas como valor de negociación frente a una tribu que, desde la inferioridad moral y militar, le negaba su derecho a existir como Estado. Algo nunca visto.

    Hablar de resistencia sin invasión, pues no hay invasión sin Estado que pueda ser invadido, es la verdadera falacia. Seguro que también somos capaces de establecer una diferencia entre un terrorista y un invasor, o entre la lucha política por el cambio de gobierno y la lucha anarquista o fascista por la destrucción de un Estado.

    Es una avilantez limitarse al recuento de muertos, confundir superioridad técnica con maldad y comparar el “fanatismo” de unos y otros desde la equidistancia. Y es igualmente indigno colocar en la misma balanza al pseudoterrorismo (en realidad, legítimo ejercicio de la soberanía) y al terrorismo a secas; a los daños colaterales que derivan de la estrategia militar y a los intencionales motivados por el odio religioso y étnico.

    El de Hamas es un gobierno terrorista para los propios palestinos. Para Israel es también una amenaza invasora. Hamas no es un criminal al que Israel deba apresar y juzgar, sino un enemigo al que ha de aniquilar.

    No es digno de elogio este “ponerse en el lugar del otro”. Si fuéramos palestinos y, además, medianamente inteligentes, odiaríamos a Hamas en lugar de jalearlo con una indignación mujeril e irresponsable.

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