Debemos preguntarnos: ¿por qué las mujeres resistieron al escándalo de la cruz? ¿Por qué se le quedaron cerca cuando todo parecía acabado e incluso sus discípulos más íntimos le habían abandonado y estaban organizando el regreso a casa? La respuesta la dio anticipadamente Jesús, cuando contestando a Simón, dijo acerca de la pecadora que le había lavado y besado los pies: «¡Ha amado mucho!» (Lc 7, 47). Las mujeres habían seguido a Jesús por Él mismo, por gratitud del bien de Él recibido, no por la esperanza de hacer carrera después. A ellas no se les habían prometido «doce tronos», ni ellas habían pedido sentarse a su derecha y a su izquierda en su reino. Le seguían, está escrito, «para servirle» (Lc 8, 3; Mt 27, 55); eran las únicas, después de María, su Madre, en haber asimilado el espíritu del Evangelio. Habían seguido las razones del corazón y éstas no les habían engañado.Acceder al documento completo
Que bueno recordarlas.
ResponderEliminarRealmente ellas amaban tanto que no importaba nada más. Asi es como todos deberíamos amar!!!!!!
Besos y mi admiración.
Palita
Hola: no lo había pensado así. Mira tu, como son las cosas, trayéndolas a la actualidad, claro, son mujeres que sólo dan sin esperar recibir.
ResponderEliminarEso lo hicieron hace 2.000 años y antes, y lo seguiremos haciendo, me incluyo. No me comparo, obvio.
Y ellas estuvieron junto a Jesús siempre, incluso fueron las primeras en ver que Él había resucitado.
Muchos cariños,
María Paz