No una, miles de gráciles garzas
me saludan alzando sus albos gorjeos.
El sudor con brillo de grilletes se eleva
desde las espaldas morenas
y una niebla espesa escapa en bocanadas
desde la verde y húmeda floresta.
Cae el agua dulce, vital y doliente.
Fragancia de guayabos.
El alma se aligera.
Mis párpados se cierran, deseando atesorar
el secreto de la garza.
Bonitas fotos, ¿de dónde son?
ResponderEliminarMuy lindas fotos y lindo poema . gracias por tus visitas.
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