Aunque el primer acontecimiento del año litúrgico
es el nacimiento de Cristo, las iglesias comienzan el año cuatro
domingos antes, con un periodo de preparación llamado Adviento. El año
litúrgico empieza así en el momento en el que los días son más cortos,
cuando la dialéctica entre luz y oscuridad parece menos favorable para
el hombre. No es casual que la Iglesia Antigua situara la Llegada del
Mesías en el solsticio de invierno, una fecha que el hombre lleva
celebrando desde la prehistoria, la noche en la que el sol sale por
primera vez un poco antes que el día anterior, rompiendo una tendencia
que parecía llevar a la noche eterna. Ave, Sol Invictus, lo
saludaban los antiguos latinos en esa fecha. El solsticio de invierno
supone para el hombre, como mínimo desde el Neolítico, la llegada de una
nueva esperanza. Y el año litúrgico aprovecha la memoria de la especie
para celebrar el inicio de la historia de la salvación.
A VECES NO TENEMOS TIEMPO PARA LA REFLEXION...,DEJAD LA INEXPERIENCIA Y VIVIREIS,SEGUID EL CAMINO DE LA PRUDENCIA.NO SEAIS INSENSATOS SINO SENSATOS,USAD LAS DOS CAPACIDADES MAS GRANDES DE NUESTRO ESPIRITU: LA DE AMAR Y LA DE RAZONAR.
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