viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Como Afrontar el miedo a la muerte?

San Josemaría responde a la pregunta de un médico en Perú sobre cómo ayudar a los enfermos a afrontar el temor a la muerte.

Oye hijo mío, sólo te voy a contar una pequeña anécdota. No hace mucho, un amigo vuestro, a quien quizá no conocéis personalmente –es un hombre que dirige algunas empresas, está muy ocupado, y viaja constantemente de una parte a otra- me explicaba que suele encontrarse con otros colegas y hacen un plan trienal o quinquenal de trabajo: da gusto –comentaba él-, porque se les ocurren todas las posibilidades, ¡todas, todas! Solo les falta una, y les digo: vosotros, que habéis previsto esto, lo otro, lo de más allá, ¿habéis previsto que nos podemos morir?… ¡Tremendo! No lo tienen previsto y ¡es lo único seguro!

La muerte, hijos míos, no es un paso desagradable. La muerte es una puerta que se nos abre al Amor, al Amor con mayúscula, a la felicidad, al descanso, a la alegría. No hay que esperarla con miedo. Realmente un médico la considera desde otros puntos de vista; pero un médico cristiano, como tú –yo me he dado cuenta de cómo la ves, ¡qué Dios te bendiga!- debe mirarla de un modo positivo. Y los demás también. No es el final, es el principio. Para un cristiano morir no es morir; es vivir. Vivir con mayúscula. De modo que no tengáis miedo a la muerte.

Enfrentaos con la muerte. Dad la cara. Contad con ella; tiene que venir… ¿Por qué vas a tener miedo? Esconder la cabeza debajo del ala con miedo, con pánico ¿por qué? Señor, la muerte es la vida. Señor, la muerte para un cristiano es el descanso, y es el Amor y de ahí no salgo. ¿Era esto lo que tú querías que te dijera?

San Josemaría y los enfermos, Miguel Ángel Monge (ed), Palabra, Madrid 2004





2 comentarios:

  1. El creyente cuenta con la esperanza, sin poder hacerse una idea del Amor que allá encontrará, así como la resurrección de toda la vida como la conocemos aquí en la tierra, incluida nuestra propia carne (creo que fue el gran C. S. Lewis quien reflexionó muy certeramente acerca de esto). Sólo hay un problema, nada fútil por otro lado: ¿qué hay de la posibilidad de morir en pecado? También eso es casi "seguro". ¿Cuánto tiempo se habrá de penar? ¿Qué soledades, horrores o angustias no nos encontraremos nosotros, que no somos, ni de lejos, unos santos?

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  2. Miedo se puede tener, porque aún con la fe nos adentramos a lo nunca visto; pánico se puede evitar. Y, también es de experiencia que los católicos muchas veces encuentran el consuelo de Dios y de María para dar ese paso con serenidad. Es un don divino.

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