viernes, 9 de julio de 2010

La libertad separada de la verdad “se vuelve fuente de prevaricación de los más fuertes y de los violentos”

Benedicto XVI invita a ‘custodiar como un tesoro la fe en Cristo y la comunión con el Sucesor de San Pedro’, siguiendo a Juan Duns Escoto: franciscano, teólogo, “cantor del Verbo encarnado y defensor de la Inmaculada Concepción de María”, beatificado por Juan Pablo II.
En su catequesis de la audiencia general de hoy Benedicto XVI ha expresado, según ha difundido Radio Vaticano, el anhelo de que con la ayuda de la Virgen Inmaculada, podamos considerar como bien precioso la comunión con Dios, con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal.
Centrando su alocución en la importante figura de Juan Duns Escoto, franciscano y teólogo y prosiguiendo sus reflexiones sobre la cultura cristiana de la Edad Media, el Papa ha hecho hincapié en la actualidad del carisma y mensaje de este beato, dotado de una inteligencia brillante y de inquebrantable fe, que en su gran visión Cristocéntrica supo afianzar la preservación de María del pecado original.
Juan Duns Escoto afirma que la Inmaculada Concepción es la obra maestra de la Redención cumplida por Cristo – ha recordado Benedicto XVI – reiterando luego que el Señor «nos interpela también hoy en lo que respecta al sentido de la libertad. Pues, como nos enseña la historia moderna, además de nuestra experiencia cotidiana, la libertad separada de la verdad destruye trágicamente la armonía interior de la persona humana y engendra sufrimientos y lutos».
La libertad separada de la verdad, «se vuelve fuente de prevaricación de los más fuertes y de los violentos. La libertad sólo se perfecciona cuando el hombre se abre a Dios, acoge su Palabra y se pone a la escucha de la Revelación, que llena de luz y esperanza nuestra vida y liberándonos verdaderamente».
Como hizo Juan Duns Escoto, cuya profundidad de pensamiento proviene de su humildad y de la contemplación de los santos misterios y que prefirió alejarse de las glorias de este mundo, antes que firmar un documento hostil al Sumo Pontífice, como el entonces rey de Francia había impuesto a todos los r
eligiosos.

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