Ha transcurrido un año desde que el cónclave vaticano dio
la sorpresa eligiendo al primer Papa latinoamericano de la Historia: en el
anochecer romano del 13 de marzo de 2013, Jorge
Mario Bergoglio daba sus primeros pasos en "las sandalias del pescador" y se asomaba a la plaza San Pedro y a
un mundo que ignoraba todo sobre él.
Pese a la enormidad del cambio -para su vida personal y para la Iglesia que lo elevaba a la silla de Pedro-, el flamante Papa se mostró llamativamente tranquilo y actuó con gran naturalidad. Una actitud que ya daba el tono de lo que sería su pontificado.
Pese a la enormidad del cambio -para su vida personal y para la Iglesia que lo elevaba a la silla de Pedro-, el flamante Papa se mostró llamativamente tranquilo y actuó con gran naturalidad. Una actitud que ya daba el tono de lo que sería su pontificado.
Francisco es el primer Papa de la historia moderna de la Iglesia que
convive con otro Papa. No se trata sólo de que ambos residan en los 0,44
kilómetros cuadrados de la Ciudad del Vaticano. Ni de que a ambos les
una una relación de amistad y de respeto mutuo. Además Francisco quiere
que su antecesor, lejos de retirarse del mundanal ruido, "participe"
activamente en la vida de la Iglesia. Así lo señalaba recientemente en
una entrevista al 'Corriere della Sera'. "No es una estatua en un
museo", decía Francisco de Benedicto XVI, de quien sostiene que es una
institución y que como tal debe "ver gente, salir y participar en la
vida de la Iglesia"
VATICANO
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