sábado, 18 de abril de 2015

La Tierra del Maestro: Un Viaje Espiritual a Tierra Santa (Viacrucis en Jerusalén)

Aviso:  Viacrucis que realizamos en Jerusalén. Al hacer "Clik" en cada estación (primera estacion, segunda...) podeis ver las fotografias de cada escenario, sed pacientes pues tardan unos diez segundos en pasar a la siguiente fotografia.

El día 5 de marzo, a las cinco de la tarde, partimos del hotel para realizar el Via Crucis, un católico no puede marcharse de Jerusalén sin recorrer la Vía Sacra o Vía Dolorosa, el camino de amor y sufrimiento que Jesucristo recorrió hasta que fue exaltado en la cruz, para que todos los que lo miren, queden sanados "Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum" " Cuando sea levantado sobre a tierra, todo lo atraere hacia mí"(Jn 12, 20-33).


Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y San Jerónimo,  Padre de la Iglesia, escribió sobre la multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo, fue el edicto de Milán s.IV, mediante el cual el emperador Constantino establecia la libertad de religión en el Imperio Romano, el que propició que muchos peregrinos fueran a Tierra Santa y siguieran el itinerario de la Pasión, Egeria , nos lo relata de la siguiente forma "Todos atraviesan la ciudad hasta la cruz. (...) Cuando se llega a la cruz se lee el texto evangélico en el que se narra que Jesús fue conducido a Pilato. (...) Todos desfilan; inclinándose, tocan la cruz con la frente y la besan, pero ninguno la toca con las manos".
 Con el pasar de los siglos, el «camino de la cruz», vivamente presente en la conciencia cristiana, fue adquiriendo número y forma. Se comenzó con siete estacionesy fue evolucionando hasta las catorce actuales.

Volviendo a nuestro particular Viacrucis, tras atravesar la puerta de Damasco y entrar en el barrio árabe, tomamos el camino de la izquierda para dirigirnos hacia el arco del "Ecce Homo".


Arco Ecce Hommo
La primera estación se encuentra en el Colegio Al-Omariye, en su interior hay una gran losa que según la tradición es el basamento sobre el que se asentaba la Torre Antonia. El colegio estaba cerrado así que en la puerta comenzamos el Viacrucis:

Primera estación: Codenan a muerte a Jesús

Colegio Al-Omariye.
" Está para pronunciarse la sentencia. Pilatos se burla: ecce rex vester! (Jn 19,14). Los pontífices responden enfurecidos: no tenemos rey, sino a César (Jn 19,15)."
 Se asusta Pilatos ante el creciente tumulto. Manda entonces traer agua, y se lava las manos a la vista del pueblo, mientras dice:"Inocente soy de la sangre de este justo; vosotros veréis (Mt 27,24)".

Segunda estación: Jesús carga con la Cruz.

Iglesia de la Flagelación


Justo enfrente del Colegio Omariye , se encuentra la Iglesia Franciscana de la Flagelación, que visitamos por la mañana, allí contemplamos la segunda estación del Viacrucis.

Jesús no encontrará la muerte en un abrir y cerrar de ojos... Le es dado un tiempo para que el dolor y el amor se sigan identificando con la Voluntad amabilísima del Padre. Ut facerem voluntatem tuam, Deus meus, volui, et legem tuam in medio cordis mei (Ps 39,9): en cumplir tu Voluntad, Dios mío, tengo mi complacencia, y dentro de mi corazón está tu ley.


Esquina Al-Wad

Capilla Patriarcado Armenio
Pasando bajo el arco del "Ecce Hommo" seguimos hasta la esquina de la calle Al Wad donde giramos a la izquierda (sur) y llegamos a la tercera estación , se encuentra indicada por la entrada a una pequeña capilla perteneciente al Patriarcado Armenio. Ya, en pleno zoco, el bullicio no cesa y nos ayuda a comprender ese tumulto que rodeaba a Jesús camino del Calvario.

La turbamulta ha ido agigantándose. Los legionarios apenas pueden contener la encrespada, enfurecida muchedumbre que, como río fuera de cauce, afluye por las callejuelas de Jerusalén.
El cuerpo extenuado de Jesús se tambalea ya bajo la Cruz enorme. De su Corazón amorosísimo llega apenas un aliento de vida a sus miembros llagados.


Iglesia de Nuestra Señora del Espasmo
 Justo al lado de la tercera estación, se encuentra la cuarta estación, esta indicada en la entrada a la Igesia ortodoxa de Nuestra Señora del Espasmo. En este lugar se venera el momento tan especial del encuentro con la Virgen.

 Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuando encuentra a su Madre Santísima, junto al camino por donde El pasa. Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo.
     ¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam I,12).

     Pero nadie se da cuenta, nadie se fija; sólo Jesús.

Seguimos andando por la calle Al-Wady girando hacia la derecha (oeste) en la calle Al-Alam nos encontramos con la quinta estación del Viacrucis, aquí se va estrechando la calle y comienza un tramo de subida, quizá la subida fuese el motivo por el cual los soldados requirieron a Simón el Cirineo para que ayudara a llevar la Cruz. En el dintel de la puerta podemos leer claramente "Simón Cyrinaeo Crux Impositur". Estamos en pleno zoco, repleto de personas a esa hora, mientras rezábamos el padre nuestro, se oyen los cantos de oración desde algún minarete cercano. No olvido el detalle de nuestro guía, el Hno. Miguel Cobo con su movimiento de cabeza a un lado y a otro , negando con contundencia, al pronunciar el "no nos dejes caer en tentación". 


Benedicto XVI, en su libro "Jesús de Nazaret" nos relataba como un starez ortodoxo (monje anciano), insistia en comenzar el padre nuestro por las últimas palabras-no nos dejes caer en tentación- para así llegar a ser digno finalizar la oración con las palabras del comienzo "Padre nuestro".

 "En el conjunto de la Pasión, es bien poca cosa lo que supone esta ayuda. Pero a Jesús le basta una sonrisa, una palabra, un gesto, un poco de amor para derramar copiosamente su gracia sobre el alma del amigo. Años más tarde, los hijos de Simón, ya cristianos, serán conocidos y estimados entre sus hermanos en la fe. Todo empezó por un encuentro inopinado con la Cruz".






Poco sabemos de esta mujer. Una tradición basada en textos apócrifos la identifica con la hemorroisa de Cafarnaún, llamada Berenice; al traducirse su nombre al latín, se convirtió en Verónica. En el medievo se sitúa su casa aquí, hacia la mitad de la calle, donde hoy existe una pequeña capilla servida por las Hermanitas de Jesús, de rito greco-católico, en el interior se encuentran ruinas del que fué el monasterio cruzado de San Cosme s.XII

"Una mujer, Verónica de nombre, se abre paso entre la muchedumbre, llevando un lienzo blanco plegado, con el que limpia piadosamente el rostro de Jesús. El Señor deja grabada su Santa Faz en las tres partes de ese velo. El rostro bienamado de Jesús, que había sonreído a los niños y se transfiguró de gloria en el Tabor, está ahora como oculto por el dolor."

Septima estación: Cae Jesús por segunda vez



Souq Kan Al-Zeit
En el cruce de la Via Dolorosa con Souq Kan Al-Zeit,esta calle es la del mercado del aceite y coincide con el "Cardo Maximo" la calle principal de la Jerusalén romana y bizantina, está indicada esta estación por una pequeña capilla franciscana, se encuentra la septima estación, hasta aquí, la pendiente se ha ido haciendo mas pronunciada ¿os imaginais el cuerpo destrozado de Jesús intentando subir la pendiente? no pudo soportarlo y cae de nuevo.


" La debilidad del cuerpo y la amargura del alma han hecho que Jesús caiga de nuevo. Todos los pecados de los hombres —los míos también— pesan sobre su Humanidad Santísima. Fue él quien tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por castigado, herido de Dios y humillado. Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra salvación pesó sobre él, y en sus llagas hemos sido curados" (Is 53,4-5).




A pocos metros del lugar de la segunda caída, tomando la calle Aqabat al-Khanqah (dirección oeste), en la pared del monasterio griego ortodoxo de San Harambalos encontramos la indicación de la octava estación y debajo hay una piedra redonda de pequeñas dimensiones, con una cruz y una inscripción labradas: Jesucristo vence.

 "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos... Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará? (Lc 32,28,31).Tus pecados, los míos, los de todos los hombres, se ponen en pie. Todo el mal que hemos hecho y el bien que hemos dejado de hacer. El panorama desolador de los delitos e infamias sin cuento, que habríamos cometido, si El, Jesús, no nos hubiera confortado con la luz de su mirada amabilísima."

 Novena estación:Jesús cae por tercera vez.

Columna que indica el lugar de la caida
Desde la octava estación volvemos sobre nuestros pasos hasta la calle de Souq Kan Al-Zeit, jiramos hacia la derecha (sur) la subida se va pronunciando más y, tras dos tramos de escaleras , llegamos a una esquina  entre la entrada del convento copto llamado de "San Miguel" -que se encuentra de frente- y la puerta del patio del convento etiope donde,una columna con una cruz, nos indica el lugar de la caida.

"El Señor cae por tercera vez, en la ladera del Calvario, cuando quedan sólo cuarenta o cincuenta pasos para llegar a la cumbre. Jesús no se sostiene en pie: le faltan las fuerzas, y yace agotado en tierra.Se entregó porque quiso; maltratado, no abrió boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores (Is 53,7). Todos contra El...: los de la ciudad y los extranjeros, y los fariseos y los soldados y los príncipes de los sacerdotes... Todos verdugos. Su Madre —mi Madre—, María, llora".

Decima estación: Despojan a Jesús de sus vestiduras

Subida al calvario
Calvario
Las cinco últimas estaciones del Viacrucis, se encuentran en el interior de la Basílica , para llegar allí, el camino más corto consiste en cruzar la terraza del convento etíope que, es a su vez la cubierta de una de las capillas inferiores de la basílica, y descender atravesando el edificio que tiene una salida directa a la plaza. Entrando a la Basilica,  a mano derecha vemos unas escaleras que suben hasta el lugar del Calvario.
A la hora en que llegamos estaba repleto de peregrinos, era complicado concentrarse en contemplar la estación del Viacrucis pero, así debió ser el ambiente en torno al Calvario.
Benedicto XVI, nos habla de tres grupos de personas que se burlaban de Jesús: los que pasaban por allí, los miembros del Sanedrín (sacerdotes,escribas y ancianos) y los que fueron crucificados con Él.

 "Al llegar el Señor al Calvario, le dan a beber un poco de vino mezclado con hiel, como un narcótico, que disminuya en algo el dolor de la crucifixión. Pero Jesús, habiéndolo gustado para agradecer ese piadoso servicio, no ha querido beberlo (cfr. Mt 37,34). Se entrega a la muerte con la plena libertad del Amor. Luego, los soldados despojan a Cristo de sus vestidos".

 Decimo primera estación:Jesús es clavado en la Cruz




Continuando en la primera Capilla, nada mas subir las escaleras,vemos las paredes decoradas con mosaicos, ahí se rememora y contempla la 11ª estación, debió de ser terrible, los soldados agarran a Jesús y lo tumban bruscamente en el suelo situandolo sobre el travesaño (patibulum) de la cruz, allí estiran sus brazos, seguramente lo hacian sin odio, los verdugos eran soldados curtidos por los combates, deshumanizados por la disciplina y los muchos años de milicia. Jesús no ofrece ninguna resistencia . En un instante se oye tan solo los golpes del martillo y Jesús sufre, pot tí y por mí, el dolor punzante del metal afilado  entrando en la carne. E dolor tuvo que ser enorme,  debió gritar de un modo desgarrador.

Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc XXIII,34).

Es el Amor lo que ha llevado a Jesús al Calvario. Y ya en la Cruz, todos sus gestos y todas sus palabras son de amor, de amor sereno y fuerte. Con ademán de Sacerdote Eterno, sin padre ni madre, sin genealogía (Heb 7,3), abre sus brazos a la humanidad entera.Junto a los martillazos que enclavan a Jesús, resuenan las palabras proféticas de la Escritura Santa: han taladrado mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos, y ellos me miran y contemplan (Ps 21,17-18).

     —¡Pueblo mío! ¿Qué te hice o en qué te he contristado? ¡Respóndeme! (Miqueas 6,3).


Decimo segunda estación: Jesús muere en la Cruz 



Pasando el altar del "Stabat Mater" esta el altar con la cruz, indica el lugar donde Jesús fue crucificado, bajo el altar, el peregrino puede introducir la mano y tocar el agujero en la roca donde se inserto la cruz. Seguramente a una orden del centurión el cuerpo de Jesús, clavado y atado como estaba al patibulum fue izado . El dolor debió de recorrer su cuerpo destrozado como si de  terribles descargas eléctricas se tratase, las  muñecas perforadas , los hombros en tensión y quizá luxados. No habia compasión en el rostro de los verdugos, era un trabajo preciso, realizado en cientos de ocasiones, era el mismo trato que daban a cualquier criminal. Los soldados  quieren acabar cuanto antes, el tiempo  presagiaba tormenta. Una vez izado el patibulum , sujetan el travesaño y se apresuran a clavar sus piernas . Más golpes de martillo, más desgarros en la  carne inocente de Jesús, más sangre más dolor.

Se apaga la luminaria del cielo, y la tierra queda sumida en tinieblas. Son cerca de las tres, cuando Jesús exclama:Elí, Elí, lamma sabachtani?! Esto es: Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27,46).      Después, sabiendo que todas las cosas están a punto de ser consumadas, para que se cumpla la Escritura, dice:
     Tengo sed (Jn 19,28). 

Los soldados empapan en vinagre una esponja, y poniéndola en una caña de hisopo se la acercan a la boca. Jesús sorbe el vinagre, y exclama:
     Todo está cumplido (Jn 19,30).
  El velo del templo se rasga, y tiembla la tierra, cuando clama el Señor con una gran voz:
     Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,46).
     Y expira.


Decimo tercera estación: Desclavan el cuerpo de Jesús y se lo entregan a su Madre.



La estación la contemplamos junto al altar de "Stabat Mater"donde hay una imagen policromada de la Dolorosa  del s.XVII. María pudo tener de nuevo a su hijo en sus brazos, las lágrimas corrían por sus mejillas.

 "Después de haber obtenido de Pilatos el permiso que la ley romana exige para sepultar a los condenados, llega al Calvario un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea. El no ha consentido en la condena, ni en lo que los otros han ejecutado. Al contrario, es de los que esperan en el reino de Dios (Lc23,50-51). Con él viene también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, y trae consigo una confección de mirra y áloe, cosa de cien libras (Jn,39). Entre los dos toman el cuerpo de Jesús y lo dejan en brazos de su Santísima Madre. Se renueva el dolor de María".




Finalmente bajamos por la escalera, pasamos por la capilla de Adán y llegamos a la rotonda del sepulcro, aquí termina el camino del dolor "Pueblo mío ¿que te he hecho? o ¿en que te he ofendido? respóndeme. 
"Ahora ha pasado todo. Se ha cumplido la obra de nuestra Redención. Ya somos hijos de Dios, porque Jesús ha muerto por nosotros y su muerte nos ha rescatado.Empti enim estis pretio magno! (1 Cor VI,20), tú y yo hemos sido comprados a gran precio. Hemos de hacer vida nuestra la vida y la muerte de Cristo. Morir por la mortificación y la penitencia, para que Cristo viva en nosotros por el Amor. Y seguir entonces los pasos de Cristo, con afán de corredimir a todas las almas".

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