“Vestía como ellos, hablaba su lengua, conocía su cultura”, añadió. “Los
misioneros del PIME perdemos a un amigo, los lumad han perdido a un
padre, a un hermano. Sabían que por ellos habría hecho cualquier cosa”.
El Padre Tentorio, de 59 años de edad, fue asesinado el 17 de octubre
por un desconocido cubierto con un casco que le disparó al salir de su
automóvil mientras se dirigía a la parroquia de Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro de la provincia de North Cotabato, al sur de Filipinas,
para participar en un encuentro con todos los sacerdotes de su
diócesis. La víctima recibió dos disparos en la nuca y un tercero en la
espalda.
El asesino huyó en una moto conducida por un cómplice de los que
hasta ahora se desconoce la identidad. Aunque todavía no se ignora la
causa del delito, varias fuentes apuntan a que el móvil esté relacionado
con la prospección de minas, de las que el fallecido era un contrario y
conocido activista.
El sacerdote trabajaba con un grupo tribal de la diócesis y seguía su mismo tipo de vida. Su evangelización consistía en garantizar la supervivencia y los derechos de este tipo de poblaciones generalmente marginadas.
En su testamento, P. Tentorio dejó escrito su epitafio, que consiste
en una frase del profeta Miqueas: "Hombre, te ha sido enseñado aquello
que es bueno y aquello a lo que el Señor te llama: practicar la
justicia, amar la piedad, caminar humildemente con tu Dios". Y
especificó el material de su sepultura: madera del árbol de caoba que él
mismo plantó.
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