viernes, 4 de febrero de 2011

Navegando por la red:Y ahora qué… (en Protocolo Digital)

El fuego de la revuelta, o de la revolución según algunos analistas, impregna el Magreb y empieza a extenderse por Oriente Medio. Ayer Túnez, hoy Egipto… Y las barbas a remojar en Yemen y Siria, y más cerca de casa, en nuestro vecino Marruecos. Curiosamente, las que han caído por ahora, o están a punto de hacerlo, son las pro occidentales o, al menos, las más neutras con Occidente.
En Egipto, los Hermanos Musulmanes, una organización nacida en este país en la segunda década del pasado siglo, es el primer movimiento fundamentalista surgido en la era moderna y ha conseguido expandirse por toda la región. Su fundador fue un profesor que, en 1928, organizó a una serie de simpatizantes en la localidad de Ismailía.
¿Qué propugnan los Hermanos Musulmanes? El regreso un Islam puro que, según ellos, se ha perdido. Se trata de considerar la religión como un todo en la vida de los creyentes, sin dejar que ningún aspecto escape a su influencia, muy en consonancia con otros grupos, como los talibán, aunque no pretendo entrar en paralelismos. Intentan islamizar todos los aspectos de Egipto, según ellos, se había dejado influir por Occidente, tanto por la colonización, como por la llegada al poder de dirigentes con una orientación menos religiosa. Su gran aspiración es la creación de un Estado que se rige por la visión del Islam más puro, según sus creencias. Al ser pan-islamistas, este Estado debería acoger a toda la Umma (la comunidad), que no debe ser dividida por conceptos como «la nación»; y todo ello en manos de un califa.
Mubarak acabará cayendo, a pesar de su intento por sembrar el caos; esa cuestión parece inexorable. Y entonces cabe el peligro de que se repita el caso de las elecciones en Argelia de 1991, en donde los islamistas se impusieron en las urnas en una primera vuelta y ya no hubo segunda, y de aquél caos se han llegado a producir nada menos que 200.000 muertes.
Y cuando Mubarak caiga, ¿qué vendrá? Egipto, uno de los primeros destinos de Obama en el exterior tras su toma de posesión, en donde abogó por un acercamiento de Estados Unidos al mundo islámico, puede quedarse sin su gran aliado en la zona; y con ellos, el mundo occidental en general. Tal vez por ello haga auténticos esfuerzos por ser deliberadamente ambiguo al tratar este problema; y, si no, vean al portavoz de la Casa Blanca hablar sin decir nada, una curiosa habilidad de los políticos.
De quien no se oye nada es del «ministerio de asuntos exteriores» europeo. ¿Habrá una postura común ante el conflicto, que se propaga como la pólvora, más allá de hacernos creer, según algunos políticos, que Marruecos es una democracia? El tiempo corre en contra de Occidente.


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