Un día abortó a su quinto hijo. Aunque no practicaba ninguna religión y vivía ajena a los tradicionales códigos éticos, quedó profundamente asustada del acto que había cometido. Con su sensibilidad de artista, expresó su angustia en un libro titulado "Ich seh mein Kind im Traum" ("Veo a mi hijo en los sueños", 1992).
A VECES NO TENEMOS TIEMPO PARA LA REFLEXION...,DEJAD LA INEXPERIENCIA Y VIVIREIS,SEGUID EL CAMINO DE LA PRUDENCIA.NO SEAIS INSENSATOS SINO SENSATOS,USAD LAS DOS CAPACIDADES MAS GRANDES DE NUESTRO ESPIRITU: LA DE AMAR Y LA DE RAZONAR.
domingo, 31 de enero de 2010
¿Cómo ayudar a quienes parecen despreciar la vida?
Un día abortó a su quinto hijo. Aunque no practicaba ninguna religión y vivía ajena a los tradicionales códigos éticos, quedó profundamente asustada del acto que había cometido. Con su sensibilidad de artista, expresó su angustia en un libro titulado "Ich seh mein Kind im Traum" ("Veo a mi hijo en los sueños", 1992).
Casomai...
Fireproof
Es por eso que FIREPROOF (A prueba de Fuego) a impactado millones quienes gustan del cine haciendo la diferencia en incontables matrimonios al ser tocados con el simple mensaje de "Nunca abandones a tu compañero".
viernes, 29 de enero de 2010
Dios manda LLuvia
jueves, 28 de enero de 2010
Stº.Tomás de Aquino:La luz apacible
Os recomiendo la lectura de su biografía, concretamente yo he leido esta de editorial Palabra
miércoles, 27 de enero de 2010
El Colegio Cardenalicio
El título de Cardenal fue reconocido por primera vez durante el pontificado de Silvestre I (314-335). El término viene de la palabra latina cardo, que significa "bisagra". La creación de cardenales se lleva a cabo por decreto del Romano Pontífice a quienes elige para ser sus principales colaboradores y asistentes.
Al principio, el título de Cardenal se atribuía genéricamente a las personas al servicio de una iglesia o diaconía, reservándolo más tarde a los responsables de las Iglesias titulares de Roma y de las iglesias más importantes de Italia y del extranjero. Desde tiempos del Papa Nicolás II en 1059 y gradualmente hasta 1438 con el Papa Eugenio IV, este título adquirió el prestigio que lo caracteriza hoy.
El Colegio Cardenalicio fue instituido en su forma actual en 1150: cuenta con un Decano -el Obispo de Ostia, que conserva la Iglesia que tenía antes en título-, y un Camarlengo, que administra los bienes de la Iglesia cuando la Sede de Pedro está vacante. El Decano se elige de entre los cardenales del orden episcopal que tienen el título de una Iglesia suburbicaria (canon 352, par.2) -las siete diócesis más cerca de Roma (Albano, Frascati, Ostia, Palestrina, Porto-Santa Ruffina y Velletri-Segni).
Los cánones 349 a 359 describen las responsabilidades del Colegio.
El canon 349 afirma: "Los Cardenales de la Santa Iglesia Romana constituyen un Colegio especial cuya responsabilidad es proveer a la elección del Romano Pontífice, de acuerdo con la norma del derecho peculiar; asimismo, los Cardenales asisten al Romano Pontífice, tanto colegialmente -cuando son convocados para tratar juntos cuestiones de más importancia-, como personalmente, mediante las distintas funciones que desempeñan, ayudando sobre todo al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal".
El número de los Cardenales varió hasta casi finales del siglo XVI y siguió creciendo al ritmo de los sucesivos desarrollos de los asuntos de la Iglesia. Los Concilios de Constanza (1414-18) y Basilea (1431-37), limitaron el número a 24. Pero en tiempos de Pablo IV (1555-59), el número aumentó a 70 y después a 76 bajo Pío IV (1559-65). Sixto V, con la Constitución 'Postquam verus' de diciembre de 1586, fijó el número de cardenales a 70.
Pero este número volvió a aumentar hasta alcanzar 144, tras el Consistorio de marzo de 1973. Pablo VI, en el Motu proprio "Ad purpuratorum patrum" del 11 de febrero de 1965, extendió el Colegio Cardenalicio para incluir a los Patriarcas orientales. "Los Patriarcas orientales que forman parte del Colegio de los Cardenales tienen como título su sede patriarcal" (canon 350, par.3).
El canon 350, par. 1 afirma: "El Colegio Cardenalicio se divide en tres órdenes: el episcopal -al que pertenecen los Cardenales a quienes el Romano Pontífice asigna como título una Iglesia suburbicaria y los Patriarcas orientales adscritos al Colegio Cardenalicio-, el presbiteral y el diaconal".
El Colegio Cardenalicio se internacionalizado notablemente en los últimos 30 años. Los requisitos para ser elegidos son, más o menos, los mismos que estableció el Concilio de Trento en su sesión XXIV del 11 de noviembre de 1563: hombres que han recibido la ordenación sacerdotal y se distinguen por su doctrina, piedad y prudencia en el desempeño de sus deberes.
Como consejeros del Papa, los cardenales actúan colegialmente con él a través de los Consistorios, que convoca el Romano Pontífice y se desarrollan bajo su presidencia. Los Consistorios pueden ser ordinarios o extraordinarios. En el Consistorio ordinario se reúnen los cardenales presentes en Roma, otros obispos, sacerdotes e invitados especiales. El Papa convoca estos Consistorios para hacer alguna consulta sobre cuestiones importantes o para dar solemnidad especial a algunas celebraciones. Al Consistorio extraordinario son llamados todos los cardenales y se celebra cuando lo requieren algunas necesidades especiales de la Iglesia o asuntos de mayor gravedad.
Desde 1059, los Cardenales han sido los únicos electores del Papa a quien eligen en cónclave, siguiendo las últimas orientaciones de la Constitución Apostólica de Juan Pablo II "Universi Dominici Gregis", del 22 de febrero de 1996. Durante el período de "sede vacante" -de la Sede Apostólica-, el Colegio Cardenalicio desempeña una importante función en el gobierno general de la Iglesia y, tras los Pactos Lateranenses de 1929, también en el gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Quienes son los actuales Cardenales
martes, 26 de enero de 2010
No podras dolor acorralarme
Grácias amigo
Nunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
secar mi lengua, amordazar mi canto,
sajar mi corazón y desguazarme.
Podrás entre tus rejas encerrarme,
destruir los castillos que levanto,
ungir todas mis horas con tu espanto.
Pero nunca podrás acorralarme.
Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reir cosido por tus lanzas.
Puedo ver en la oscura noche oscura.
Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.
Yo decido mi sangre y su espesura.
Yo soy el dueño de mis esperanzas.
J.L.Martín Descalzo
Este dolor del alma mía
Me encuentro en un momento dificil de mi vida, la angustia me atenaza y la incompresión ejerce de maestro de ceremonias, golpeando con su ceremonioso bastón que repité sin cesar Por qué,por que´. Palabras no brotan de mi alma, tan solo un sentimiento que tan bien refleja este poema de Ana Oleson.
Este dolor tan profundo de mi alma,
Se apodera de mí ser a cada día,
Mi vida ha perdido la calma
Cada momento lo vivo en agonía.
Busco respuestas en este mundo impío
Solo encuentro paredes sin salida
Un verano sin calor. Yo siento frío
Al no poder alejar esta pena de mi vida
Por qué señor, yo te pregunto
Si he sido un hombre bueno y honesto
Por qué tengo que sufrir este momento
Te pido que me des una respuesta
Mis ojos ya no lloran, mis lágrimas se han ido.
Me quedan solamente mi fe y mi esperanza.
De salir de este infierno, es lo que pido
Y que regrese a mi vida la confianza.
domingo, 24 de enero de 2010
San Francisco de Sales:dos lecciones para alcanzar la virtud
¿Qué veía San Francisco? Ésta es la segunda lección que nos da en la adquisición de las virtudes. Su mirada estaba fija en Cristo Crucificado. De hecho, culmina una de sus grandes obras: el Tratado del Amor de Dios, con un capítulo titulado: Que la palabra Calvario es la escuela del amor. Nos dice a las religiosas: “Vivid toda vuestra vida y modelad vuestras acciones sobre la cumbre del Calvario, y Dios os bendecirá.” Esto lo decía con la autoridad del que vive aquello que aconseja. Ya hemos dicho que la dulzura de San Francisco no era innata, sino que la ejerció... Y la ejerció junto a todas las demás virtudes, situándose él mismo en la cumbre del Calvario, contemplando al que traspasaron.
Semana por la Unidad de los Cristianos
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sábado, 23 de enero de 2010
ZP en su línea .Duerme hasta a los suyos
HAMBA LENQOLA
jueves, 21 de enero de 2010
Octavario por la unidad de los cristianos
El acontecimiento que desencadena esta experiencia única se conoce como la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Congregaciones y parroquias de todo el mundo toman parte en la semana de oración, que se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) y en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur). Durante este período, se intercambian los púlpitos y se organizan oficios ecuménicos especiales.
domingo, 17 de enero de 2010
Manifestación en Zaragoza de la plataforma de las clases medias
Relacionado:
Discurso de Enrique de Diego
Comentarios de asistentes
sábado, 16 de enero de 2010
Haiti II
«¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?»
Cuando el dolor llega al colmo y se quisiera alejar el cáliz del sufrimiento (cf. Mt 26,39), las palabras explotan y se convierten en pregunta lacerante, . Este grito interpela el misterio de Dios y de su silencio.
El salmo 76 es, pues, una oración para los tiempos de prueba, y de prueba prolongada. Todos nosotros conocemos estos trances y, si para algunos no es ésta la situación del día de hoy, la Iglesia en esta oración quiere «llorar con los que lloran» (Rm 12,15); cuando un miembro sufre, todo el cuerpo sufre. Unidos, pues, a todos los que sufren hoy.
No tenemos perspectiva suficiente para juzgar las catastrofes, nuestra limitación nos impide ver mas allá del dolor. Jesucristo no nos prometió jamas una vida con ausencia de sufrimiento, pero si que nos instó a la santidad. Él sufrió con nuestro dolor, sufrió con dolor , manifestó al Padre su angustia pero ante todo se abandonó en Él. Pongamos todos nuestros recursos a disposición del que sufre, pero ante todo hemos de llevar nuestra vida por el camino de la santidad, de la oración. Podemos como hizo el salmista, manifestar nuestro dolor, pero al final, como hizo el salmista, quedemosnos con la grandeza de Dios, al final comprenderemos.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
* Manos Unidas
* Cáritas
* Ayuda a la Iglesia Necesitada